¿Cómo vivir en una ciudad conectada?

Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC) pueden ser consideradas como verdaderos dispositivos culturales, de las que nos valemos para pasar gran parte de nuestro tiempo.

La computadora personal, posteriormente el acceso a internet asociado a ella, y más recientemente los celulares inteligentes (smartphones), se han ido progresivamente integrando en la vida cotidiana, afectan todos los ámbitos sociales. Podríamos decir que vivimos hiperconectados, ¿pero hasta qué punto la realidad pasa por ahí? La sobreexposición a lo digital, ¿en qué medida trastoca nuestras percepciones sobre lo real?

En este contexto, el Consejo Económico y Social de Buenos Aires (Cesba) realizó, en conjunto con la consultora Aresco, una encuesta, durante el mes de junio del presente año, a 2.200 porteños mayores de 16 años, que muestra cómo el entorno digital modifica y diversifica las prácticas y los hábitos de consumo cultural en general.

Los datos arrojados por la encuesta muestran que un 88% de los porteños tiene acceso a internet, porcentaje que se acrecienta significativamente a medida que disminuimos el rango etario. Mientras en la población de entre 16 y 29 años puede hablarse de una cuasiuniversalización, con una cobertura que alcanza el 96%, y para el grupo etario entre los 30 y los 49 años la cobertura es también muy alta (93%), a partir de los 50 años las tasas decrecen hasta llegar a una cobertura levemente inferior al 60% en los mayores de 65 años.

En lo que respecta a los dispositivos usados para conectarse, debe decirse que la PC continúa siendo el dispositivo más generalizado, en tanto el 51% accede a internet a través de él. Le siguen los smartphones con un nada despreciable 28%, y las tabletas, con un 8,5 por ciento.

Este primer dato en relación con la masividad del acceso a internet nos advierte que el concepto de brecha digital, tan en boga hasta hace unos pocos años, tiende a perder la pertinencia de antaño, por lo menos en términos horizontales, es decir, hacia dentro de las franjas etarias más jóvenes.

Si bien se señaló que la brecha digital entre los más jóvenes ha perdido relevancia, en otras franjas subsisten desigualdades en relación con los niveles socioeconómicos: el 34% de los entrevistados con nivel primario, el 18% de los residentes en zona sur y el 17% en hogares con baja capacidad de ahorro afirman no tener acceso a internet, superan en todos los casos el promedio para el total de la ciudad (12%).

Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta lo generalizado que está el acceso a las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de los porteños, resulta interesante analizar los usos y las prácticas asociados a ello y, en particular, las similitudes y las diferencias entre los diferentes grupos etarios y los sectores socioeconómicos.

A medida que descendemos en la franja etaria, crece la importancia de los celulares inteligentes, hasta el punto tal de que en la franja entre los 16 y los 29 años es la principal vía de acceso a internet (49% de los entrevistados).

En cuanto a la frecuencia de navegación, se observa que casi el 70% de los porteños lo hace los siete días de la semana, lo que refuerza la percepción de que se trata de una práctica incorporada ya plenamente en la cotidianeidad de los porteños. Debe decirse que también aquí tiene un fuerte impacto la cuestión etaria: mientras el 80% de los jóvenes de hasta 29 años navega todos los días, entre los 50 y los 59 años dicha tasa cae al 59%, para desplomarse a 39% en los mayores de 65.

En lo que respecta a las modalidades de uso, el 20,6% afirma que la actividad principal que realiza en línea tiene que ver con las redes sociales. Siguen, en orden de preferencias, trabajar (15%), leer diarios y revistas (15%), chequear los mails (12%), ver o bajar series y películas (5,5%), escuchar o bajar música (4%).

Sin embargo, estas preferencias sufren cambios significativos en función de la franja etaria que se analice. Así, en los menores de 29 años, las redes sociales alcanzan el 31%; en la franja entre los 30 y los 49 años, trabajar se convierte en el principal uso (20,5%); y entre los 50 y 65 años, leer diarios y revistas es la actividad principal (18%).

La encuesta muestra así un generalizado uso de las redes sociales, que, con matices, es una tendencia común en todas las franjas etarias y los niveles socioeconómicos. En particular, Facebook sigue siendo la red social más usada, y el 49,7% de los porteños afirma tener un perfil allí. Bastante más atrás le siguen Twitter (9,5%), Linkedin (4%) e Instagram (3,3%).

En definitiva, la encuesta evidencia a las claras la fuerte incidencia de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en la vida cotidiana de los porteños. Estas redefinen muchas prácticas tradicionalmente vinculadas a otros medios, como la de informarse. Es en este sentido que puede hablarse de un nuevo modo de comprender e interpretar la cultura. Un nuevo paradigma que redimensiona el necesario papel de las políticas estatales activas en materia de inclusión digital. El Estado no puede estar al margen de las transformaciones, sino más bien tiene que incorporar una mirada actualizada a los tiempos que corren.

 Por Federico Saravia.

Columna publicada en Infobae. 25/08/16.

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