Hábitos saludables y desigualdades sociales en la Ciudad

Una encuesta realizada por el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA) sobre una muestra de 2.200 habitantes de la Ciudad da cuentas de que el 52% lleva una vida poco o nada saludable. Por Federico Saravia (*)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene alertando sobre el crecimiento de las enfermedades no transmisibles relacionadas con patrones de consumo no saludables como la obesidad, la diabetes o la hipertensión.

Cada año mueren 38 millones de personas en el mundo por estas enfermedades. A su vez, 16 millones de estas muertes son prematuras, por producirse antes de los 70 años y ser consideradas como evitables mediante la prevención.

En este marco, los hábitos saludables, una buena alimentación y una adecuada actividad física son fundamentales para prevenir la aparición de estas enfermedades y lograr una mejora en la calidad de vida de una comunidad.

En particular, la Ciudad presenta datos alarmantes. Una encuesta realizada por el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (CESBA) sobre una muestra de 2.200 habitantes de la Ciudad da cuentas de que el 52% lleva una vida poco o nada saludable.

Más de la mitad de los porteños son o pueden llegar a ser obesos, diabéticos o hipertensos. Es alarmante también que, en el plano de los hábitos saludables, así como en otros planos, existan diferencias entre el norte y el sur de la Ciudad: quienes habitan las comunas del sur tienen hoy mayores dificultades que quienes viven en las comunas del norte para acceder a una vivienda digna, a ofertas culturales y a una educación y salud de calidad.

En el caso de los hábitos saludables, el patrón desigual e injusto se repite: el 62% de los vecinos del sur (comunas 4, 8 y 9) califica como poco o nada saludable, mientras que entre los del norte (comunas 2, 12, 13, 14 y 15) ese porcentaje se reduce al 47,5 por ciento.

El estudio realizado por el Cesba muestra la existencia de una fuerte correlación entre los hábitos saludables y la condición socioeconómica de los hogares. En primer lugar, se observa que quienes no pueden ahorrar tienen hábitos menos saludables. Mientras en los hogares de alta capacidad de ahorro sólo el 41,5% califica como poco o nada saludable, en los hogares de baja capacidad de ahorro dicho porcentaje crece hasta el 60 por ciento.

En segundo lugar, y lo que entraña quizás uno de los resultados más significativos del estudio, se registran fuertes diferencias dependiendo del tipo de cobertura de salud con que se cuente. Los números, en este caso, son más que elocuentes: el 72% de los usuarios del sistema público de salud califica, según el estudio, como poco o nada saludable, mientras que en los usuarios que cuentan con cobertura privada de salud ese porcentaje se reduce significativamente (47,2%).

Queda claro entonces que los hábitos poco o nada saludables son la demostración palmaria de las desigualdades vigentes. La vida saludable —la calidad de vida del conjunto de los porteños— no será una realidad efectiva hasta tanto no esté garantizado el igual e irrestricto acceso a derechos humanos básicos, entre los que se encuentra el derecho a la salud.

La clave está en la prevención: es imprescindible que las políticas públicas evolucionen hacia el concepto —y derecho— a la salud integral, prescrito en el artículo 20 de la Constitución de la Ciudad.

La mejora de la calidad de vida, mediante la promoción de hábitos saludables y la reducción de las brechas de desigualdad, no es una cuestión de costos, sino de prioridades.


(*) Columna del Presidente del CESBA, publicada en Infobae.