¿Una ciudad amigable para los adultos mayores?

La Ciudad de Buenos Aires debe contemplar en su planificación, el desarrollo de acciones para que los grandes puedan vivir una vida en la que ejerzan el pleno goce de sus derechos y sus capacidades, y sean tratados y atendidos con el respeto que se merecen.

El 1º de octubre pasado se conmemoró, según la ONU, el Día Internacional de las Personas de Edad. Probablemente, hayamos pensado o recordado automáticamente a nuestros abuelos, aunque, paradójicamente, son tiempos en donde la imagen tradicional de abuelo no se condice siempre con la realidad. Hoy en día, hay abuelos a los 40 años y, además, el término excluye a un montón de personas que no ejercen ese papel. En este marco, es hora de que pensemos de forma abierta de quiénes hablamos cuando nos referimos a los grandes de nuestra comunidad. Y a su vez, que tomemos conciencia de cuáles son sus necesidades, sus demandas y sus derechos.

Según datos de la ONU, entre 1950 y 2010, la esperanza de vida en todo el mundo aumentó de los 46 a los 68 años, y se prevé que siga aumentando hasta los 81 años para fines del siglo. En la Ciudad de Buenos Aires, donde somos casi tres millones de personas las que vivimos, contamos con una población envejecida (los de 65 años y más representan por encima del 16% del total según el último censo). Sin embargo, estos datos no deberían llamar la atención: en ciudades europeas como Savona, en Italia, hay más gente mayor de 65 años que en edad de trabajar. Es decir, estamos en presencia de un fenómeno global.

Según un estudio de la Dirección General de Estadística y Censos (DGEC) del Ministerio de Hacienda porteño, cuatro comunas tienen "más del cincuenta por ciento de adultos mayores en su población potencialmente dependiente": las comunas 2, 6, 13 y 14 (es decir, Recoleta, Caballito, Núñez, Belgrano y Colegiales, Palermo). Frente a este panorama, hay que considerar una serie de variables que hacen a la calidad de vida para todas las personas grandes en la Ciudad a las cuales las políticas públicas deberían prestarles atención.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implementó este año el programa de inclusión digital denominado +Simple, que consiste en la entrega de tablets con secciones específicas como noticias, información sobre salud, agenda cultural, trámites, etcétera.

Que los grandes estén conectados es positivo en varios aspectos: los mantiene mejor relacionados con las nuevas generaciones, les permite actualizarse, entretenerse y hasta organizarse digitalmente.

Pero, indudablemente, las políticas públicas para nuestros adultos mayores no pueden ni deben agotarse en una simpática campaña de alto impacto publicitario. Hay sin dudas otras problemáticas mucho más concretas y urgentes que afectan a los adultos mayores, a menudo invisibilizadas en las agendas públicas y que debemos tomar como prioridad.

Uno de estos problemas fundamentales es el que refiere a las dificultades y los obstáculos para circular por la ciudad. Hoy en día, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) no tiene accesos fáciles para que nuestros adultos mayores y las personas con algún tipo de discapacidad puedan moverse con seguridad, ya sea a través de rampas o ascensores, o simplemente veredas que no estén rotas. Esta cuestión, tan concreta y palpable, incide directamente en la calidad de vida de esta franja de la población.

En lo que hace a la infraestructura y a la arquitectura de la Ciudad, el área de Tercera Edad de CABA confeccionó un Plan Integral para Adultos Mayores a implementar el año que viene, que busca, por ejemplo, poner a disposición sillas y bancos en los espacios públicos de la ciudad, reducir los accidentes domésticos mediante una serie de adaptaciones en el hogar y en el edificio y sombrear las paradas de los colectivos.

Sin dudas, este tipo de medidas ayudaría a que la Ciudad de Buenos Aires se acerque a lo que se dice "una ciudad amigable" con los mayores, según la Organización Mundial de la Salud (OMS): "En términos prácticos, una ciudad amigable con la edad adapta sus estructuras y servicios para que sean accesibles e incluyan a las personas mayores con diversas necesidades y capacidades". Pero es necesario que estas ideas vayan más allá del papel o de un anuncio publicitario, para materializarse en políticas públicas que se apliquen tanto en el norte y el centro de la ciudad como en las comunas del sur. Porque la idea es que haya condiciones habilitantes para que lleguen a las paradas de colectivos, es decir, que el recorrido sea fácil desde el momento en que salen de sus casas y que no haya limitaciones a sus posibilidades.

En lo que respecta a los accidentes de tránsito, el informe de la Defensoría del Pueblo sobre Siniestralidad Vial brinda un panorama preocupante en lo que hace a esta franja de la población: de las 92 personas que fallecieron el año pasado en siniestros viales, el 13% fueron mayores de 65 años, y representaron el 7,5% de los lesionados (en total hubo 9.860 heridos). De las 12 personas fallecidas correspondientes a aquel grupo etario, 9 fallecieron en condición de peatones. Tengamos en cuenta que muchas veces los tiempos de los semáforos priorizan a los vehículos y no a los peatones, que no llegan a cruzar en el tiempo predeterminado; esta situación es aún más grave para muchos adultos mayores que tienen dificultades para caminar.

Los maltratos son también otros de los temas preocupantes, y que requieren un abordaje integral y multidisciplinario que se enfoque en la prevención. El año pasado, se registraron más de mil denuncias por abuso y maltrato contra mayores en la Ciudad de Buenos Aires: el principal tipo de violencia fue la psicológica y en la mayoría de los casos las víctimas fueron mujeres. En este sentido, necesitamos fortalecer, a través de distintos actores, el valor del respeto mediante campañas de concientización.

Los adultos mayores tienen una necesidad aún más grande de recibir atención médica, por lo que el asunto de la salud también es otro de los aspectos centrales que no puede ni debe soslayarse. Una vez más, se plantea la cuestión de la prioridad: a menudo vemos que, desde la señalética en los hospitales hasta su funcionamiento, estos no están preparados para recibir adecuada y dignamente a la comunidad.

Por último, un tema muy importante que ya ha sido abordado en algunas legislaciones, que es el de la dependencia que muchos adultos mayores tienen para el desarrollo de su vida diaria, y que demanda de servicios y prestaciones para garantizar el respeto a su autonomía individual.

En definitiva, tenemos que conseguir que los grandes puedan vivir una vida en la que ejerzan el pleno goce de sus derechos y sus capacidades, y sean tratados y atendidos con el respeto que se merecen. Desde el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (Cesba), queremos poner en la agenda pública problemáticas a menudo invisibilizadas, como esta, que afecta a los adultos mayores, para propiciar cambios en beneficio de la calidad de vida de los porteños, con políticas públicas específicas que tengan en cuenta las particularidades de todos y cada uno de quienes viven en esta hermosa ciudad.


(*) Columna del Presidente del CESBA, Federico Saravia, publicada en Infobae